Comercio entre México y EU urge de infraestructura

La infraestructura subóptima en localidades pequeñas y zonas rurales genera obstáculos significativos para las operaciones comerciales.

El intercambio comercial agrícola entre México y Estados Unidos atraviesa una fase de transformación significativa, caracterizada por un crecimiento sostenido que, paradójicamente, ha comenzado a generar presiones importantes en la infraestructura logística y las cadenas de suministro de ambos países. Este fenómeno se ha intensificado particularmente por el surgimiento del nearshoring como estrategia empresarial predominante en la región.

Importación de México a Estados Unidos 

La relevancia de México como socio comercial agrícola para Estados Unidos se refleja en las cifras récord alcanzadas durante 2023, cuando las exportaciones estadounidenses hacia el mercado mexicano alcanzaron los 28,380 millones de dólares. Esta cifra consolida a México como el segundo mercado más importante para los productos agrícolas estadounidenses, evidenciando un crecimiento exponencial desde la implementación del T-MEC en julio de 2020.

Relación Comercial entre México y Estados Unidos

La evolución de este intercambio comercial muestra una tendencia ascendente notable: partiendo de 18,340 millones de dólares en 2020, las exportaciones experimentaron un salto significativo hasta superar los 25,000 millones en 2021, para posteriormente alcanzar los 28,000 millones en 2022. Esta progresión demuestra la creciente interdependencia entre los sistemas alimentarios de ambas naciones.

El mercado mexicano representa una oportunidad significativa para los productos estadounidenses, sustentada en dos pilares fundamentales: un robusto sector minorista de alimentos, valorado en 82,200 millones de dólares, y una industria de procesamiento de alimentos que se posiciona como la segunda más importante de América Latina, solo superada por Brasil. Esta estructura dual genera una demanda sostenida de productos e ingredientes estadounidenses para procesamiento.

Sin embargo, este panorama aparentemente próspero enfrenta desafíos significativos. La complejidad del comercio agrícola bilateral se ha incrementado en múltiples dimensiones: diversificación de productos, modalidades de transporte, variabilidad en los volúmenes de comercio y multiplicidad de puntos de entrada. Esta situación se ha visto exacerbada por el fenómeno del nearshoring, que ha intensificado el tráfico comercial a lo largo de los 3,218 kilómetros de frontera terrestre compartida.

Los retos logísticos se manifiestan con particular intensidad en las regiones menos desarrolladas de México. La infraestructura subóptima en localidades pequeñas y zonas rurales, combinada con problemas de seguridad y altos índices delictivos, genera obstáculos significativos para las operaciones comerciales. Estos factores pueden impactar negativamente en la eficiencia y confiabilidad de las cadenas de distribución.

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La canasta de productos agrícolas que Estados Unidos exporta a México es diversa y estratégica, incluyendo commodities fundamentales como maíz, soja y trigo, productos cárnicos (cerdo, aves y res), lácteos, azúcar, preparaciones alimenticias y derivados de soja. Esta diversidad de productos implica requerimientos logísticos específicos y complejos para cada categoría.

Los cuellos de botella en la infraestructura fronteriza representan un desafío adicional. Las demoras en los procesos de despacho, tanto en el transporte ferroviario como en el terrestre, generan retrasos que pueden afectar la calidad de los productos perecederos y aumentar los costos operativos. Esta situación se ha visto agravada por el incremento en el volumen de comercio derivado del nearshoring.

La interdependencia de los sistemas alimentarios entre ambos países hace que la eficiencia logística sea un factor crítico para mantener la competitividad y garantizar el abastecimiento oportuno de productos agrícolas. La necesidad de modernizar y expandir la infraestructura logística, especialmente en las zonas fronterizas y rurales de México, se presenta como un imperativo para sostener el crecimiento del comercio bilateral.

El futuro del comercio agrícola entre México y Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de ambos países para abordar estos desafíos logísticos y de infraestructura. La optimización de las cadenas de suministro, la modernización de los puntos de entrada fronterizos y el fortalecimiento de la seguridad en las rutas comerciales serán elementos clave para mantener y potenciar esta relación comercial estratégica.

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